Me he quitado el piercing.
Y el collar.
Ahí, en el outer space estoy.
La otra noche, mientras pedía en el bar, me dejé conquistar por F. No me importó estar en medio de una multitud. Y se acercó despacito a darme besos etílicos y a beberse el tequila.
El 29 de junio el alcohol nos desbordó y pasó la noche en mi casa. En agosto volvió a pasar. Dos semanas después, ya septiembre, totalmente arrastrados por las pintas de cerveza, como siempre, me fui yo a la suya por primera vez. Y la semana pasada. Hoy... quizá.
- ¿Sabes? Eres la persona con la que paso más horas.
- Sí, es verdad.
Los lunes cuando él llega al trabajo una hora después que yo, sonrío un poco mientras miro la pantalla del ordenador. Los pocos que lo saben nunca nos han visto. Y me he dado cuenta que es lo más práctico que me ha pasado nunca. De momento, un "nosotros" como tema de conversación, no ha surgido. No se piden ni se dan explicaciones. Y lo mejor es que nadie pregunta con ojitos brillantes de curiosidad.
Quizá ahí esté lo que necesito para no darle demasiadas vueltas de tuerca a las relaciones: frivolidad.